Lo que para algunos parece “turismo familiar” —padres comprando maíz para que sus hijos alimenten a las aves— en realidad es una trampa para los peatones. El maíz regado en el suelo provoca caídas, especialmente en adultos mayores. Y peor aún, las bancas, las veredas y hasta los monumentos están cubiertos de excremento, dando una imagen deplorable de nuestra ciudad.
¿Cómo es posible que esto ocurra frente a la mirada y paciencia del Serenazgo? ¿Acaso los vendedores de maíz tienen permiso para invadir la Plaza de Armas? ¿O simplemente la autoridad ha decidido mirar hacia otro lado?
La Plaza de Armas debería ser el símbolo de nuestra identidad, un espacio que motive al turista a recomendar a Barranca como una ciudad limpia y segura. Pero hoy es todo lo contrario: desorden, suciedad e improvisación.
Para colmo, se siguen instalando ferias y escenarios en este lugar, cuando antes existía una ordenanza que establecía al Parque Los Próceres como el espacio para tales actividades. ¿Dónde quedó el respeto a las normas?
Barranca está a punto de cumplir 41 años de creación política, pero lamentablemente, en estos últimos tres años no se ha visto crecimiento ni verdadero cuidado de la ciudad. Nuestra plaza, en lugar de ser motivo de orgullo, es testimonio de abandono y desidia.
Barranca merece respeto, limpieza y autoridad, no excusas ni maquillaje barato.
etc.pe
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